El 15 de Mayo se ha inaugurado “La fábrica y los ambientes domésticos”, la nueva exposición en la Sala delle Reali Poste, dedicada al pintor del siglo XX Gianfranco Ferroni (1927-2001). La ocasión es la donación de un autorretrato del pintor toscano a la galería y el título está inspirado en el doble registro de sus obras.
De hecho el pintor ha pasado por varias etapas de su carrera, que podemos dividir en dos partes, caracterizadas por el diferente, pero fundamental, papel de la luz. La figura de Caravaggio es muy importante para Ferroni, que rinde homenaje a él abiertamente varias veces: en la exposición de los Uffizi hay una citación casi literal de la Vocación de San Mateo de la capilla Contarelli en San Luigi dei Francesi, que se distingue por la ausencia total de figuras humanas: como si Ferroni hubiera representado una escena después de la salida de los actores.
La luz y la oscuridad crean unos fuertes contrastes en la primera etapa artística, justo después del claroscuro de Caravaggio. Estos son los años del gran compromiso político: Ferroni es un comunista y nutre admiración para los trabajadores, que considera – de acuerdo con su punto de vista marxista – la punta de lanza de la sociedad, que construirá el futuro. Se alejará del Partido Comunista Italiano después de la represión húngara de 1956.
La obra donada a los Uffizi, que entrará en la colección de autorretratos del Corredor de Vasari es una gran pintura de 1968, Sin resurrección. Representa una especie de deposición laica, inspirada por el Cristo muerto de Mantegna, pero muy original en la idea y en la composición. La pintura representa el momento crucial en la carrera de Ferroni. 1968 es un año fundamental para la cultura y la sociedad occidental: la contestación llega también a la Biennale de Venecia, donde Ferroni decide presentar sus obras colgadas por el contrario, para toda la duración de la exposición.
En el autorretrato el artista está supino, en una cama improvisada: el cuerpo esquelético representa el Holocausto y las grandes tragedias humanas del siglo pasado, sino también la falta de esperanza para el futuro.
De hecho, después de la crisis ideológica, el pintor también cambia estilo: desde los años Setenta él es más poético, profundo e introspectivo. Es el período de los ambientes domésticos, de la reflexión personal. El alma del artista encontra algo de paz, que se observa en la luz diferente, ligera y no más violenta.
La exposición estará abierta hasta el 5 de Julio: una oportunidad imperdible para una vista preliminar de la nueva obra de los Uffizi y descubrir un gran pintor italiano, que representa el arte y la sociedad del siglo XX, con sus problemas.