El famoso corredor, realizado por Giorgio Vasari, une Palazzo Vecchio y el Palazzo Pitti, los dos edificios del poder en Florencia: el primero, en la Piazza della Signoria, de hecho es la sede del poder político, mientras que el segundo era la residencia de los Medici. El famoso arquitecto, autor también del proyecto de los Uffizi, realizó este pasaje que conecta las dos orillas del Arno cruzando el Ponte Vecchio y representa una verdadera innovación arquitectónica y, a lo largo de su ruta, narra episodios importantes de la historia de Florencia.
La construcción del pasaje fue comisionada por el Gran Duque Cosimo I en 1565, y fue realizada en sólo cinco meses: esto daba la posibilidad a los miembros de la familia Medici de moverse libremente en el centro de la ciudad, en un período en el que el apoyo de la población al Gran Duque no era seguro.
En el tramo de los Uffizi nos encontramos con una de las páginas más tristes de la historia reciente de Florencia: la matanza de via dei Georgofili, causada por un ataque de la mafia, en 1993. Una bomba muy poderosa dañó también el Corredor de Vasari y muchas obras de la Galería de los Uffizi se perdieron. Algunas pinturas, profundamente arruinadas, todavía están en exhibición en su posición original, en la memoria de la herida infligida a la ciudad.
Después de los Uffizi llegamos a Ponte Vecchio, que hasta entonces había acogido el mercado de la carne: esto fue trasladado para dar paso a los orfebres, que todavía tienen sus tiendas características en el puente. ¡Los Medici no podían podrían soportar los malos olores del mercado durante su tránsito! Y ni siquiera ser notados… por eso originalmente el corredor había sólo ventanas pequeñas, de las cuales por contrario era posible observar lo que ocurría en el exterior.
Hoy en día el corredor presenta, justo en el centro del puente, unas ventanas muy grandes que dan a Santa Trinita: fueron ampliadas en 1939, con motivo de la visita de Hitler a Florencia. Parece que la belleza de este panorama empujó el dictador alemán a guardar el Ponte Vecchio, a diferencia de todos los otros pasajes de la ciudad sobre el Arno. Sin embargo esto no le impidió de bombardear en gran medida las áreas que lo rodean en las dos orillas, y también el corredor fue dañado, y algunas de sus partes se han perdido.
Precisamente a causa de la destrucción de todos los otros puentes florentinos, el corredor de Vasari se convirtió, durante la Segunda Guerra Mundial, en el pasaje más utilizado por los ciudadanos y los partisanos para moverse de norte a sur de Florencia. De hecho, si en sus primeros 200 años el corredor había sido el pasaje privado de la familia Medici, con la llegada de la familia Lorena y la apertura al público de los Uffizi, esto también se hizo disponible para los ciudadanos.
Después del río Arno, el corredor rodea la torre de la familia Mannelli que, a diferencia de otras, se opuso firmemente al cruce de su propiedad, obligando a Vasari a realizar uno de los tramos más característicos del mismo corredor. Posteriormente, el pasaje se abre en el interior de la iglesia de Santa Felicita: los Grandes Duques de aquí tenían acceso directo a la galería reservada para ellos.
Después de haber flanqueado los palacios nobiliares de via Guicciardini, el corredor llega al Jardín de Boboli, junto a la Gruta de Buontalenti, y termina en el palazzo Pitti.
A partir del siglo XVII, en el corredor comenzó a tomar forma la más antigua colección de autorretratos, que ahora cuenta con más de 500 piezas, que remontan también al siglo XX. El corredor de Vasari es formalmente parte de la Galería de los Uffizi, de la cual acoge importantes obras de los siglos XVII y XVIII, pero sus espacios muy limitados obligan a reservar su visita en pequeños grupos guiados, y en algunos períodos a su cierre completo.
Se trata de una de las obras más características de la ciudad, estrechamente ligadas a su historia y a la de los Uffizi.