Nacido en Volterra, el pintor y escultor Daniele Ricciarelli se hizo conocido como Daniele da Volterra. Considerado un pintor manierista, es recordado por su trabajo con Miguel Ángel (1475-1564). Antes de convertirse en un amigo de Miguel Ángel, Volterra estudió en Siena con Giovanni Antonio Bazzi, llamado Sodoma (1477-1549) y Baldassare Peruzzi (1481-1537), y más tarde con Piero Buonaccorsi, dijo Perin del Vaga (1501-1547). En este período trabajó en el Palazzo Massimo alle Colonne, en la Trinità dei Monti y San Marcello al Corso en Roma.
El trabajo de Daniele da Volterra para la Capilla Orsini en Trinità dei Monti está representado por pinturas que él hizo en dibujos de Miguel Ángel. Así como la que es, probablemente, su pintura más famosa, el Descendimiento de la Cruz, que le dio mucha gloria. Otro trabajo basado en los diseños de su amigo es una pintura de dos caras, David matando a Goliat, que de hecho fue atribuido a Miguel Ángel durante mucho tiempo. Sin embargo, con el tiempo se descubrió que estas obras fueron pintadas por Daniele da Volterra, y él ganó una reputación mejor. Pero hay que recordar que él también tuvo el apodo infame de il Braghettone (creador de bragas), porque tuvo la tarea de cubrir la desnudez de las figuras de los frescos del Juicio Final de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina. El Vaticano había prohibido la desnudez en el arte religioso y le ordenó a censurar la obra maestra. Aunque si las coberturas fueron eliminadas en 1565, el apodo no ha dejado de acompañar a Volterra.
Muchas de las obras de Volterra siguen siendo muy populares, sobre todo debido a sus pinturas de los dibujos de Miguel Ángel. Entre sus obras originales hay el Masacre de los Inocentes, realizado por la iglesia de san Pietro en Volterra y ahora en la Galería de los Uffizi. Él pintó también un retrato de Miguel Ángel y algunas obras religiosas, como el Moisés en el Monte Sinaí y El profeta Elías.
Entre sus mejores esculturas hay la Cleopatra y un busto de bronce de Miguel Ángel, de quien realizó, todavía en bronce, la máscara mortuoria. Parte de los elogios reservados a sus pinturas aparecen en la Enciclopedia Católica de 1913, donde leemos que "su obra caracteriza por la belleza del color, la claridad, la excelente composición, el realismo vigoroso y la oposición, curiosamente extraña, entre luz y sombra... él exageró las peculiaridades de Miguel Ángel, se acercó a las alturas peligrosas de lo sublime, pero, al no tener la serenidad del maestro, ha caído hacia abajo".
Se dice que, en comparación con la crítica del pasado, hay más verdad en su obra observada en la actualidad.