Albrecht Dürer fue un pintor alemán cuya influencia sigue siendo sustancial. Sus viajes por Europa, como Italia y Holanda, le dieron un lugar prominente en la imprenta de arte y grabados. Famoso por ser uno de los mejores artistas entre los grandes maestros de la antigua imprenta, sus obras eran profundamente religiosas e icónicas. El apodo Dürer significa "artesano de las puertas", y da el simbolismo apropiado para un artista que ha creado el acceso a un mundo interior a menudo melancólico, como lo demuestran sus autorretratos dramáticos.
Se alejó de la profesión de orfebre elgida por el padre, mostrando de ser una gran promesa en la pintura, desde la temprana edad de quince años. Estudió bajo la guía de un importante artista de Norimberga, Michael Wolgemut, realizando algunos autorretratos ya en 1484. El primero autorretrato remonta a 1493, realizado al óleo, y ahora se exhibe en el Louvre de París. Además de los siguientes viajes artísticos a través de Europa, Dürer perfeccionó su juventud con viajes a Alemania, Suiza y Holanda.
Después de su matrimonio en 1494, comenzó los otros viajes desde Venecia, pintando muchos bocetos de acuarelas de los Alpes a lo largo de su camino. Profundamente influenciado por la estancia en Italia, regresó a Norimberga, abriendo una tienda donde producía, con respeto a la época, complicadas composiciones en xilografía. Fue en este período que Dürer creó las dieciséis xilografías del Apocalipsis, una serie que incluye el famoso Los cuatros jinetes del Apocalipsis.
Antes de los años de sus obras maestras de pintura, alrededor de 1507, realizó muchas obras elogiadas por historiadores y estudiosos. Entre otras, El hijo pródigo (1496), El monstruo marino (1498), Sant'Eustachio (1501) y Némesis (1502). Estas obras incluyen entornos muy detallados y animales realizados perfectamente. Su notable trabajo en los animales se puede ver también en muchos acuarelas de naturalezas muertas en el contexto de pastos, especialmente en el Conejo (1502). Los detalles que él era capaz de realizar, tenían su origen a partir de sus estudios de perspectiva, anatomía y proporción. Fue una exploración larga toda la vida y la experiencia acumulada se muestra en el característico grabado de Adán y Eva (1504).
Un artista que nunca dejó de mejorarse, llevó estos estudios en la pintura, volviendo a sus sujetos Adán y Eva (1507). Esta es una de sus cuatro pinturas más conocidas, completadas entre 1507 y 1511, junto a La Virgen de los animales, la Asunción de la Virgen y la Adoración de la Santísima Trinidad. A pesar de las mejoras obtenidas en la pintura, como un renacimiento individual, Dürer regresó a sus primeros amores, la impresión, la xilografía y el grabado. Fue durante este período, hasta 1515, que nacieron algunas de sus obras maestras. El caballero, la muerte y el diablo (1513), San Girolamo en la celda (1514) y El rinoceronte fueron obras creadas en la mejor forma.
Melencolia I, probablemente su obra más estudiada, encarna este período de la vida de Dürer. Una obra que, según algunos intérpretes, se enfrenta al desafío del genio y la melancolía de su fracaso, fusionando enigmáticamente religión, arte y matemática. Dürer mismo era un matemático, y escribió un libro sobre geometría y perspectiva, El manual del pintor (1527) y una obra de cuatro volúmenes sobre las proporciones humanas, publicado póstumo en 1528. Continuó a trabajar con grand habilidad hasta que la enfermedad lo golpeó en 1521, a su regreso a Norimberga. Continuó su trabajo hasta la muerte en 1528, y su influencia ha llegado a varios artistas que se han mostrado a la altura del maestro, sobre todo en el ámbito de la incisión.
Las obras de Dürer se han recuperado muchas veces en el tiempo, en particular entre 1570 y 1630 y después entre 1870 y 1945.