Marco Palmezzano fue un pintor y arquitecto de Romaña, y trabajó en un estilo que recuerda lo del primer Renacimiento del norte. Él fue especialmente activo en los alrededores de Forlì, en Emilia-Romaña. Después de su primer aprendizaje con el pintor Melozzo da Forlì (1438-1494), quien colaboró con Piero della Francesca (1412-1492), y que era muy apreciado como maestro de la perspectiva y de las técnicas de escorzo, Palmezzano se trasladó a Roma, a principios de los años noventa del siglo XV.
Se ha dicho que Palmizzano podría haber viajado a Jerusalén, para unirse a un grupo de pintores que crearon los frescos de la Basílica de Santa Croce, pero no hay pruebas en este sentido. A partir de los registros de propiedad él está documentado en Venecia en 1495. Poco después, Palmezzano regresó a Forlì, donde pasó el resto de su larga vida, moviéndose sólo brevemente a trabajar en otras áreas de la región.
El taller de Palmezzano realizó muchos retablos, que frecuentemente representan la composición icónica de la Virgen en trono con el Niño en su regazo, y los santos colocados simétricamente en el primer plano, pero en la parte inferior. La influencia mayor en la producción de Palmizzano fue de los pintores venecianos en general y la obra de Giovanni Bellini (1430-1516) y Conegliano (1459-1517), en particular. De hecho él se mantuvo fiel al estilo veneciano de finales del siglo XV y principios del XVI. Su Crucifixión, realizada en el período entre 1500 y 1510, es un buen ejemplo de su fuerte coloración veneciana, tanto en las figuras expresivas como en el fondo detallado.
Él descuidó completamente el Manierismo, y pareció inmune al consiguiente desarrollo de la pintura veneciana. Una de las facetas más fascinantes de la obra de Palmizzano son sus fondos pintorescos y hermosos, que forman el escenario de muchos de sus retablos. En ellos se funden el ideal y el lírico, en la realidad estudiada de las cuestas de los Apeninos y las montañas al sur de Forlì, a las cuales Palmizzano era muy aficionado. Estos fondos eran utilizados también para crear un efecto delicado e imaginativo, destinado a comunicar el mensaje simbólico y religioso de las obras.