Correggio es considerado uno de los más atrevidos, artistas revolucionarios del Alto Renacimiento italiano. Su trabajo puede ser en algunos casos intensamente religioso, en otros sensual. Nacido como Antonio Allegri en la pequeña ciudad de Correggio, en Emilia-Romaña, tomó el apodo de su ciudad natal. Sabemos poco de su formación, pero podemos ver en él la influencia de los pintores italianos Lorenzo Costa (1460-1535), una figura importante para la escuela boloñesa de la pintura, y Francesco Francia (1450-1517), quien también fue activo en Bolonia.
Probablemente su punto de referencia más importante fue Andrea Mantegna (1431-1506), cuya obra sobre el ilusionismo espacial influyó fuertemente los frescos de Correggio en Parma. Entre 1506 y 1510 pasó mucho tiempo en Correggio, después de un período en Mantua. Una obra de este período es la Natividad con los santos Isabel y Juan. Ya en este trabajo se encuentran las influencias de Mantegna y Costa. Correggio regresó más tarde a Mantua, donde completó tres tondos para la iglesia de San Andrés.
La primera decoración de los techos le fue comisionata en 1519 por la abadesa Madre Superiora Giovanna Piacenza, para su comedor privado, en el convento de san Paolo, en Parma. Es una clara demostración del estilo complejo y creativo que hace de Correggio un artista de algún modo visionario, ya que no existen precedentes significativos. La influencia más cercana es aquella de Mantegna, pero Correggio trae la percepción ilusionista del espacio a nuevos niveles. Su estilo no era todavía muy evidente hasta el trabajo para la cúpula de San Juan Evangelista, en Parma, titulado Visión de San Juan en Patmos, realizado entre 1520 y 1521.
Su revolución artística culmina en la obra realizada para la catedral de Parma, la famosa Asunción de la Virgen. La alta ilusión de filas de figuras humanas que parecen elevarse hasta el cielo, se consigue a través de una técnica llamada Desde abajo hacia arriba, que parece haber sido utilizada por primera vez por Mantegna. Correggio ya la utilizó en sus frescos precedentes en cúpulas, pero sin alcanzar el efecto máximo de la Catedral de Parma. Sus frescos son sin duda originales, así como las pinturas, por ejemplo El duelo por el Cristo muerto o el Martirio de los cuatro santos, que presentan una estética nueva para la pintura italiana e influyeron en los pintores posteriores.
Las obras más sensuales de Correggio fueron realizadas en el apogeo de su carrera, y muestran temas mitológicos, como Júpiter e Io, Leda y el cisne y Venus y Cupido espiados por un Sátiro, parte de la famosa serie Los amores de Júpiter (1530-1533).